miércoles, 16 de julio de 2014

Yokai

He besado lenguas de miles de serpientes.
También te he mirado a los ojos.

El mito más alejado del Este que conozco eres tú,
mujer, siempre primitiva manzana en cualquier cultura,

Salvaje y criado en las jaulas me aprendieron la conciencia de la seda.

Yokai, mil formas para pensarte de una única.
Para pensar extranjero si pueblo tus pieles,
o tal vez ejerzo de conquistador de tu templo.

No existe diferencia entre profanarte o civilizarte.

Todo lo puro, lo engendrado en la boca de los zorros.
También te pertenece madre natural quimera de los ríos.

Niños educados en la inocencia de las piedras,
ser gris y torpe, para que nos entendamos,
transciende de la camada que aúllan los bosques.

Y aún asi tienes miedo de ser así, pura y con la rosa que marca el Sur.

Viento, dudas y un nombre de piel de zorro.

No quieres que te conozca, tampoco puedo atrapar
lo que imito cuando respiro, es lo más cercano que tengo
para entender como funcionas sin pulmón demonio blanco.

Eres como una tradición universal, mujer.
Puedes fingir que estás hecha con el mismo material que el viento.

Pero lo cierto es, que intentar civilizar un cuerpo,
es una costumbre más ancestral que cualquier monstruo.

Por eso sé lo que he visto.

Te he visto habitar conmigo, civilizar la misma cama.

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